Además de esta automatización de los electrodomésticos también se empezó a introducir poco a poco el concepto de elementos de decoración que harían más agradable la estancia, algo que seguramente vino provocado por la concepción pesimista que se tenía por aquel entonces (alrededor de los 80) del futuro. Las casas quizás serían pequeñas y las ciudades oscuras, de ahí que los elementos de hogar no solo trabajasen por sí solos, sino que además hiciesen el hogar más agradable a sus ocupantes. Un ejemplo de ello es la casa de Desafío Total, en la cual el televisor (integrado en la pared, en lugar de como elemento “separado” del hogar) también servía como emisor de imágenes paisajísticas, útil para decorar un hogar, por otra parte, bastante gris.
A partir de esta época la filosofía de la domótica en el séptimo arte y la televisión cambió de tener un elemento “externo” al hogar (los robots) a la automatización de los propios elementos del mismo, así como a la inclusión de la comodidad y la ambientación como factores a obtener en una casa “futurista”. De un tiempo a esta parte las casas futuristas se han caracterizado por tener todos los electrodomésticos automatizados, así como una decoración elegante que hiciese el hogar más agradable.
Ahora que, como dirían algunos, “el futuro ya está aquí”, tendemos a imaginarnos los hogares domóticos como elementos completamente automatizados, generalmente controlados por una “inteligencia” central que se encargue de todo el trabajo duro. Este concepto se ha visto en algunas series como los Simpson o Eureka, en los que la inteligencia de dicho controlador central llega al nivel del de un ser humano.
Curiosamente, cuanto más inteligente es este “controlador” más probabilidades hay de que intente matar a los ocupantes de la casa…
La Inteligencia ambiental, por otra parte, no ha sido tan tratada en el cine y la televisión, pero no por ello deja de tener buenos ejemplos de lo que consideramos que nos depara el futuro. El mejor de todos es el caso de Minority Report, más exactamente la escena en la que el protagonista camina por un centro comercial y las cámaras, escaneándole los ojos, le ofrecen publicidad directamente (algo poco útil cuando te busca la policía, por cierto).
Permanezcan atentos.